Los retos de ser un joven fotógrafo.

Conoce el recorrido de un joven fotógrafo que se ha abierto el camino en el mundo de la comunicación.

Giovanny Vargas

10/17/2023

Desde pequeño he sido muy observador, puede que haya sido esa característica en mí la que me llevó por el camino de la fotografía, y es que el documentar la vida mediante fotos o videos se volvió uno de mis pasatiempos favoritos; tomaba fotos de los paisajes de lugares a los que viajaba con mi familia, o de momentos casuales con mis amigos simplemente para tenerlas como recuerdos. Solía mostrarlas con mi círculo cercano y recibía buenos comentarios sobre ellas.

En la preparatoria, yo era ese amigo que te decía “Quédate ahí, no te muevas, ahí estás perfecto para una foto”.

En 2016 comencé a subir algunas de estas fotos de paisajes a Instagram, solía escoger las que a mi parecer eran más estéticas, o coloridas, y así iba nutriendo mis redes sin esperar mucho realmente, pues solo era un hobbie.

Un día, viendo videos en Youtube, me topé con un video de @Clavero, un joven que hacía fotografías urbanas mientras exploraba una fábrica abandonada con sus amigos, me adentré en su canal y comencé a consumir su contenido de manera frecuente, en ese momento comencé a interesarme mucho más en la fotografía de manera técnica, la veía como una forma artística de transmitir emociones y sentimientos, seguí tomando más fotos con mi teléfono, y posteándolas en redes, los buenos comentarios de mis amigos sobre mis fotos me hacían pensar que realmente estaba mejorando, y empezaba a ver la fotografía como una opción dentro de las profesiones a las que me gustaría dedicarme en un futuro.


Ahí fue donde la carrera en ciencias de la comunicación comenzaba a hacerme mucho sentido dentro de mis opciones, siempre fui fan de la música, el cine y los documentales, sentía que dentro de esta opción podía explorar mis habilidades como fotógrafo amateur además de aprender muchas otras cosas más con relación a los medios de comunicación.

Buscando universidades que ofrecieran la carrera, dí con la BUAP una de las mejores del país, chequé el plan de estudios y sentí que podía encajar perfectamente ahí. Una vez dentro comencé a conocer a personas que tenían la misma pasión que yo por la fotografía, el periodismo, la investigación y la producción audiovisual.

Comencé a aprender mucho más sobre fotografía, creación de contenido audiovisual, diseño gráfico, marketing, publicidad, etc. Y a la par de mi vida universitaria comenzaba a juntarme con amigos y otros conocidos para trabajar en distintos proyectos relacionados con la fotografía o documentales. Seguí perfeccionando mis habilidades, edité muchas fotos hechas con mi celular en Lightroom, aprendí a usar Photoshop y Premiere Pro, y como si no hubiera mejor momento mis padres me regalaron mi primera cámara para usarla en mis tareas de periodismo.

Después de varios meses de práctica con mi nueva cámara y con la pandemia en declive un amigo me invitó a cubrir eventos sociales, me volví su asistente y segunda cámara, con el dinero que ganaba en esos eventos poco a poco comencé a aumentar mi equipo; un tripie, un nuevo lente, un flash, un pequeño fondo portatil para fotos en estudio, un disco duro para respaldar mi material, baterías de repuesto, todo lo que fuera necesario para adentrarme más en esta aventura de ser fotógrafo sumaba mucho para mi, y también mis conocimientos, pasaba horas y horas editando fotos, videos o consumiendo contenido que me ayudara a educarme en este arte.

Gracias a la imagen que me estaba creando en redes sociales algunas personas se interesaron mucho en mi trabajo, ya me recomendaban y me pagaban por hacer sesiones, me pedían cubrir sus eventos o hacer fotos de producto para sus marcas o emprendimientos.

En aquellos momentos una amiga me ofreció formar parte de un equipo de producción para un proyecto documental sobre mujeres indígenas y afromexicanas, durante un mes visitamos distintas localidades de la costa de oaxaca recopilando material, en ese lapso de tiempo puse en practica mis conocimientos, aprendí mucho sobre la logística y las dificultades de crear un proyecto tan grande.

Luego de la pandemia regresé a la universidad y empecé a salir a las calles de puebla a realizar fotografías urbanas con amigos que compartían el gusto por la foto, comencé a ir a reuniones de fotógrafos y modelos, empecé a visitar museos, exposiciones de arte gratuitas, hacer sesiones con mis amigas o amigos como los modelos protagonistas de mis retratos, colaborar con otros micro influencers y demás cosas que ampliarán mi perspectiva como artista.

En esos eventos me relaciono con gente del mismo medio, chicas que se dedican al modelaje de tiempo parcial, fotógrafos urbanos que comenzaban igual que yo a tratar de ganarse la vida con su trabajo, promotoras de arte independientes, spotters que hacen fotografía automotriz, etc, al mismo tiempo en que me empeño en terminar mi carrera universitaria, hago mi servicio social como asistente de producción en el canal de televisión de la misma.

Trato de no descuidar otros proyectos de los que formó parte como Sabor a Costa la productora que terminamos por formar luego de grabar “Las Hijas de la Lluvia" el libro y su documental presentando dos veces en el estado de Oaxaca.

El camino es largo pero valen la pena los resultados, como cualquiera que trata de hacerse un lugar en esta industria me he topado con muchas dificultades, desde que no te tomen en serio por hacer fotos solo con tu teléfono, tener que mantenerme actualizado en cuanto a mis conocimientos, encontrar mi estilo, seguir tendencias en redes para no quedar rezagado por el algoritmo, hasta clientes que no te llegan a pagar o te regatean porque “ellos tienen un amigo que les cobra más barato”, en este mundo encontrarás de todo pero esa variedad de experiencias son las que te hacen crecer como persona, como profesional y sobre todo te ayudan a mejorar la calidad de eso a lo que nosotros los fotógrafos llamamos “arte”.

Giovanny Vargas.

Fotógrafo freelance.