Los no humanos.

un análisis de una de las obras mas importantes de Franz Kafka, "La metamorfosis".

Josué Albarrán.

11/2/2023

En la sociedad moderna, el despertar y perder el hilo de la realidad es una actividad que podemos decir resulta común, al menos para toda aquella parte que vive en la rutina, nada menos que la gran mayoría. Seas estudiante o trabajador, en algún momento, nuestra vida se verá inmersa en un ciclo, la repetición del día a día, salvo pequeños momentos aleatorios que romperán con esa constante y te darán una sensación de “frescura”. Tal vez la consecuencia más grave de este sistema sea el no poder auto percibirse, el perderse entre la multitud, y ser uno más, o cayendo un poco más profundo, el desvalorizar por completo, el ser una cucaracha, tal cual nos cuenta Kafka en su relato de “metamorfosis”.

En esta historia se nos presenta a Gregorio Samsa, un desventurado hombre que un día despierta sin previo aviso convertido en una cucaracha. Podemos interpretar este suceso como el signo de la pérdida total de la identidad, el pasar de ser un hombre a un monstruo, o, mejor dicho, más que ser una bestia, el sentirte inhumano, despojado de todo aquello que te vuelve un ser, siendo reconocido - y auto percibido- como un recurso más, pero ¿Por qué esta interpretación?, pues vale la pena señalar el contexto en el que se desenvuelve nuestro protagonista.

Gregorio es el pilar de la familia, es de su trabajo de donde proviene el sustento, y son sus emparentados los que dependen de él, aquí es donde debemos parar y empezar a reflexionar, sobre lo que pareciera ser un honor y una virtud, el ser la columna vertebral de tu familia, el contexto de Samsa es totalmente distinto, ya que esta responsabilidad más que ser cuestión de orgullo, resulta más una imposición, la opresión que desde su familia se aplica hacia él, que lo encasilla en un rol determinado, y que lo despoja de cualquier rasgo como familiar, ya que, en lugar de ser un hermano o hijo: ¿no se ha vuelto Gregorio un recurso a explotar?, a esto habría que añadir una pregunta más y es que: ¿hasta qué nivel es consciente de su condición nuestro protagonista?

Sobre la primera pregunta, he de responder a título propio con un contundente si, no hay más, Gregorio, en primera instancia, no es el hijo, ya que el padre se muestra enfadado con su tragedia, despreciándolo tal cual un cocinero puede hacerlo con un vegetal podrido o con una sopa que contiene una mosca, el que se supone es su hijo, su sangre, no es más que un recurso del cual la familia depende, y por su situación, se percibe inservible. Sin embargo, la reacción de la hermana es distinta, ella se apiada de él y lo cuida, – valdría la pena pensar también en el rol en que se encasilla a su hermana, al ser mujer resulta la cuidadora y la piadosa-, para ella más que una materia de explotación es su hermano.

Confrontando las dos reacciones, reflexiono sobre dos contraposiciones del mundo en el que vivimos; la primera, representada por el padre, nos pone en el contexto de la desolación de un sistema que no nos ve como seres, si no como un recurso explotable, cuyo valor es determinado según la aportación económica que representamos, en la familia, empresa, donde sea que nos desenvolvemos. La segunda es el de la esperanza, que personifica la hermana, la convicción en creer que el humano vale por lo que es y no por lo que produce. Eduardo Galeano (1998) escribía sobre ese mismo contraste, rasgo característico de este sistema, el “ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa” (pp. 8), adecuamos aquí los términos “amenaza” y “prójimo”, el primero reinterpretando como un “consumible”, de la familia, amigos o del trabajo. y el segundo, como “hermano”, mi igual, miembro de la especie humana, y nos quedamos con el concepto de “promesa”, de ser humanos, ante todo.

Sobre la segunda pregunta, la respuesta es más complicada, para mí, Gregorio si es consciente de su condición, se sabe no humano, y aquí es donde aclaró a lo que me refiero con este concepto, pues, desde donde lo veo, lo grotesco de su apariencia es un reflejo de su interior, físicamente no coincide como un humano porque no se siente como uno, es una seña de autodesprecio, resultado de su opresión, que lo vuelve un insecto, sustituible y aplastable, es pues el punto final de su deshumanización, que él percibe y siente, y por lo cual se reconoce no como un ser, si no como un capital explotable, pero fallido, un desperdicio. Tan inmerso está en esta narrativa que su primera reacción al encontrarse transformado es el buscar cómo seguir siendo útil.

El final de esta historia es trágico, pues es el de la pérdida de la esperanza, primero representada en la hermana, que después de un tiempo empieza a repudiar, para finalmente ver a un Gregorio que simplemente se deja morir, convertido en un insecto, abandonado por su familia, que ya no ve en el valor alguno. Así pues, el no humano es aquel prójimo en el que se deja de ver la promesa de un ser antes de un recurso, y es el humano que pierde la esperanza en sí mismo, despojado de toda emoción y pasión, que nos hacen sentirnos vivos, y que son sustituidas por el valor de su producción, que es ahora para lo cual vivimos.

Josué Yael Albarrán Puebla.

Estudiante de la licenciatura en ciencias políticas de la BUAP.