Contundencia y responsabilidad

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POLÍTICA Y ELECCIONES

José Yael Albarran Puebla.

El dos de junio ya pasó, la gente salió a votar y tomó una decisión, firme, contundente y muy clara, Morena se queda, la Cuarta Transformación continuará, por lo menos, seis años más. El recuento de los daños para la oposición de “Fuerza y Corazón” es largo, entre las gubernaturas, solo conservan a Guanajuato, y pierden Yucatán, mientras que el PRD perderá su registro nacional.

En la presidencia de la república, por primera vez, llega una mujer al cargo, Claudia Sheinbaum, con el 60% de las preferencias, le pasa por encima a Xóchitl Gálvez, que sólo alcanza entre el 28% y 30%, y ni se diga del abanderado de MC, Jorge Máynez, que, pese al resultado, tal vez sea el segundo ganador, logrando crecer en las campañas; pasó del 5% al 10%, posicionándose como una nueva y joven figura política.

Cada uno es libre de interpretar la elección como les venga en gana, con sus propios sesgos, filias y fobias, haciéndose responsable de ellas, ya que parte de vivir en la democracia es esa reflexión post electoral, sin embargo, tal vez la reflexión que la oposición debería de hacer -y quiero enfatizar en el debería, pues no lo hacen- tuviera que girar en torno a darse cuenta de lo fatal de su prestigio, y del rechazo que generan, el cual quedó confirmado en la noche del dos de junio.

La contundencia de la victoria de la Doctora Claudia Sheinbaum sólo demuestra que en el país existe un grueso margen de población que históricamente ha sido agraviado y menospreciado, y que aún hoy lo sigue siendo. Las elecciones fueron un referéndum, no de Andrés Manuel López Obrador, sino de la reivindicación de las mayorías olvidadas, agredidas por discursos clasistas y racistas difundidos por un segmento de mexicanos que se niega a aceptarlas y a tratarlas como iguales; su voto no es por resentimiento, en realidad es profundamente consciente de varias cosas, entre ellas, de que son la mayoría.

Para la oposición, esa es la lectura que debería de asumir como autocrítica, que los lleve a renovarse y preservarse, por lo menos, de manera responsable, sin embargo, el odio que esta campaña despertó y que las dirigencias de los partidos instrumentalizan, pareciera que los llevara a otro camino, uno más peligroso, con insidias, calumnias y desprecio.

Para la continuidad, el reto es distinto y radica, principalmente, en que Morena y sus aliados están llamados a no caer en los vicios en los que una mayoría, tan apabullante como la que obtuvieron, puede llegar a caer. Claudia Sheinbaum tiene el reto, y la obligación, de actuar firmemente como lideresa del movimiento, de evitar cualquier exceso que su partido esté tentado a realizar, y de calmar las tensiones que tanto Andrés Manuel López Obrador como múltiples actores de oposición han contribuido a promover entre la sociedad.

Para ambos lados de la moneda, el reto no es menor, y deben de coincidir en la construcción de un México más plural e igualitario. La contundencia del mensaje que dejó la elección es evidente y cada parte deberá hacerse responsable de las acciones que tome a partir de ahora, para la oposición, el transformarse y renovarse, aceptando sus errores, o, el cerrarse aún más y mostrarse intransigente a la crítica y autocrítica., para la continuidad, el cumplir con su compromiso transformador y no caer en excesos, o, el caer en soberbia y abonar a la desconfianza de quienes aún no los ven con buenos ojos.

Josué Yael Albarran Puebla

Estudiante de Ciencias Políticas de la BUAP.

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