Bienestar animal: Un legado que perdura

ACTIVISMO Y PARTICIPACIÓN

Diana Gabriela Ascención Arcos.

4/22/2024

Cuando pensamos en animales, normalmente viene a nuestra mente la imagen de nuestras mascotas, aquellas que nos acompañan gran parte de nuestra vida e incondicionalmente están para nosotros, aunque es importante no ensimismarse y, de vez en cuando, pensar en aquellas mascotas que no son tan “comunes” de ver, así como en aquellos animales silvestres. Esto nos permitirá tener una visión más amplia del cuidado que debemos otorgarles a estos seres vivos con quienes compartimos el mundo.

El amor hacia los animales ha impulsado e inspirado grandes y desinteresadas causas, sin embargo, la contraparte del amor por los animales es el odio hacia estos; el maltrato animal es definido como un comportamiento irracional de una persona hacia un animal con el objetivo de causarle sufrimiento, estrés o, incluso, llevarlo a la muerte, dicho de otra forma, lo concebimos como el acto de llevarlos al límite para que pierdan la vida y, en el proceso, infundirles la mayor cantidad de malestar, aunque pocas veces pensamos en situaciones específicas. De hecho, hay una que es no solo dolorosa (física y figuradamente) sino que cae en lo enfermo y aberrante: el abuso sexual, hoy mejor conocido como “zoofilia”.

La zoofilia consiste en la realización del acto sexual entre un ser humano y un animal, y es concebida como una parafilia, es decir, todo aquel comportamiento sexual que es atípico y directamente involucra situaciones que son consideradas “inapropiadas”.

El artículo 350 bis del código penal de la Ciudad México estipula que “Al que realice actos de maltrato o crueldad en contra de cualquier especie animal no humana, causándole lesiones de cualquier tipo sin que pongan en peligro la vida del animal, se le impondrá de seis meses a dos años de prisión, y de cincuenta a cien días de multa.

Si las lesiones ponen en peligro la vida del animal no humano se incrementarán en una mitad las penas señaladas.

Se entenderá para los efectos del presente título como animal, al organismo vivo, no humano, sensible, que no constituya plaga, que posee movilidad propia, y capacidad de respuesta a los estímulos del medio ambiente perteneciente a una especie doméstica o silvestre. Los animales abandonados, o callejeros no serán considerados “plaga".

Con lo anterior y en conjunto con la Ley de Protección y Bienestar Animal esperaríamos que fuera suficiente, sin embargo, es importante aclarar un pequeño detalle: la zoofilia no se encuentra tipificada en toda la república, es decir, el Código Penal Federal no contempla dicha acción como delito; la Ciudad de México, Nuevo León, Tamaulipas, Jalisco y Puebla son los únicos estados donde versa tal delito, por lo que solo en ellos es sancionable a rajatabla, pero ¿qué sucede en los demás estados? Basta con una multa para que se “resarza” el daño, basta con llegar a la suma establecida por la autoridad para quedar libre y sin condena o castigo alguno. Sin embargo, es importante visibilizar aquel trabajo de quienes lograron amparar a aquellos seres que no gozan de derechos de forma tan privilegiada como los seres humanos, para así recordar que aún falta trabajo legislativo para hacer y que este es posible. Así, el caso más reciente es el de Puebla.

El pasado 19 de marzo del año en curso, los encabezados estaban ocupados con un solo titular: el fallecimiento de Elena Larrea Zepeda Carranza, activista originaria de la Ciudad de México; también conocida simplemente como Elena Larrea, fue en vida un gran ejemplo de lo que el amor y consciencia por los animales pueden lograr. Sus primeros pasos como activista los llevó en su lugar de nacimiento, donde abrió un albergue para gatos y perros en situación de calle, y gracias a su pasión por la equitación y su inherente relación con los caballos, abrió en 2017 su más famoso albergue, por nombre “Cuacolandia”, el cual tenía como principal función el salvaguardar el bienestar de sus habitantes equinos.

Larrea se dedicaba al resguardo de animales y su cuidado, y entre sus últimas obras se encuentra el caso de “Mila”, una potranca que fue rescatada de quien sería su dueño y verdugo, pues no solo era maltratada físicamente (golpes, trabajo y explotación, entre otras situaciones), también era abusada sexualmente; con esa indignación, Larrea se dispuso a buscar un castigo para el maltratador de Mila, pero no tardó en darse cuenta de que, legalmente, las cosas no estaban de su lado, pues si bien se abrió una carpeta, esta fue dejada de lado una vez el dueño de Mila pagó la multa correspondiente, quedando absuelto.

Larrea llamó a esto como una situación “indignante”, y es así como se dispuso a cambiar el mundo. Y es que pocas veces los ciudadanos tenemos coraje para cambiar nuestro entorno, para, genuinamente, hacer una diferencia, pues el miedo, la posición de individualidad, la poca o nula conexión social que existe, y demás factores, imposibilitan que las personas busquen una mejora social a través del apartado legal. Larrea propuso una reforma a la Ley de Protección y Bienestar Animal. Así, el 15 de febrero de 2024, la autoridad en Puebla reconoció tal petición y el 21 de marzo del mismo año (y en curso) hizo la debida publicación en el Diario Oficial de Puebla, lo que puso en vigor dicha reforma.

Así fue como Puebla se anexó a la corta pero existente lista de los estados que tipifican, o reconocen, a la zoofilia como un delito; como pequeño dato, Larrea falleció el pasado 19 de marzo, y si bien no logró ver su propuesta en la ley reformada, la realidad es que tanto sus allegados como seguidores, fueron testigos de que su labor trascendió.

Ahora bien, ¿qué implica esta nueva reforma? ¿por qué es tan importante? Bueno, las reformas propuestas, impulsadas y aprobadas contemplan sanciones económicas por casos de zoofilia, que van desde los 10 mil 857 pesos hasta los 43 mil 428 pesos, además de uno a cuatro años de prisión, dependiendo del daño; el maltrato o crueldad animal tendrá multas de 10 mil 857 pesos hasta los 43 mil 428 pesos y penas de 10 meses a ocho años de cárcel.

El penalizar un acto o acción lleva el mensaje implícito de “piensa lo que haces porque puedes terminar en la cárcel”, y es una manera punitiva en la que se puede regular la conducta en sociedad, y aunque “punitivo” siempre es considerado como algo malo, la realidad es que las instancias penales son el último recurso, por lo que la situación será tan grave como el usar una “última medida”; para estos casos, el penalizar con cárcel la zoofilia le da el enfoque de seriedad y trascendencia que merece. No es solo una cuestión del castigo, sino que la reforma que Larrea y su equipo obtuvieron permite proteger a aquellos animales que no siempre tenemos en mente, como lo son los caballos, o llámese cualesquier especie silvestre; aunque, y para tener en cuenta, también nos protege a los seres humanos, pues las prácticas zoofílicas pueden desatar problemas sanitarias, así como otras tantas situaciones desafortunadas.

Finalmente, y a modo de cierre, es de admirar el trabajo que activistas como Larrea hacen, el amor e ímpetu que le dan a sus proyectos para mejorar el mundo hace que estos lleguen al lugar que están destinados y cumplan con su finalidad; debemos mantenernos siempre alerta y prestar atención a los animales que nos rodean, pues siempre estarán en desventaja frente al ser humano, ya sean nuestras propias mascotas u otros animales de nuestro alrededor, además de no ser apáticos y participar en cualquier brecha que nos permita realizar un cambio a nivel social, ya que en la actualidad la mejor forma de pensar es que compartimos el mundo con otros seres vivos, mismos que merecen el mismo respeto que entre nosotros nos damos y debemos, así como un espacio seguro para su existencia y paso en esta vida.

Diana Gabriela Ascención Arcos.

Alumno de la Licenciatura en Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Acatlán.