Algo se está comiendo mi cerebro.

ARTE Y CULTURA

Hugo Arreola.

4/5/2024

Una noche, atravesado por unas flechas de furia, salí al campo para gritar. Quería sentir arder mis cuerdas bucales y que mis pulmones se comprimieran tanto que pudieran entrar en mis puños hechos nudos. Debí de haber corrido un par de minutos, pero antes de llegar a donde quería, me desvanecí, sembrando mi cara en la tierra.

Cuando desperté tenía lodo en la boca, y de mis encías querían brotar flores, pero antes de que éstas nacieran, las aplasté con los dientes.

El sabor de la tierra no era peor que el de recordar la noche anterior.

Ambos sabían a sangre.

Volví a mi casa y me recosté en una alfombra llena de polvo. La luz que entraba por la ventana daba justo en mi pecho, y de él parecían salir millones.

de estrellas, que volvían a su sol. Yo me quedé absorto escuchando la madera crujir.

Quizás solo hayan sido mis rodillas destrozadas por tanto correr.

Me quedé dormido, volviéndome un mueble más en la habitación.

Desperté y noté que un zumbido salía de mis orejas. Algo se quería escapar de mi cuerpo. Yo también quería escaparme de mi cuerpo, así que, por compasión, lo dejé salir, y me envolví una vez más en el letargo.

En algún momento mi sueño se agotó. Abrí los ojos, y vi que esas estrellas de mi pecho ya estaban en el cielo. Y lo que antes era un cuerpo cálido y radiante, se había vuelto en una esfera fría, vomitada con rencor de la tierra.

Al levantarme noté que desde la noche de ayer habían pasado 16 días.

Mi cuerpo estaba más flaco que de costumbre.

Cuando incliné mi cabeza para verme los pies, la sentí ligera. Un pedazo faltaba y pensé:

Algo me está comiendo el cerebro.

Debe ser un insecto pequeño, pero que ya lleva mucho tiempo ahí.

No creo estar equivocado porque a veces, como un espasmo, me llevo las manos a la cabeza y jalo de mis cabellos, como queriéndolos salvar de lo qué

pasa ahí dentro.

Algo me está comiendo el cerebro.

Y creo que saber qué es, pero “eso” ya se ha comido mis ganas de averiguarlo.

Algo se ha comido ya gran parte de mi cerebro.

Temo que una vez que ya no haya nada adentro, ya que mi cabeza esté hueca como un florero viejo, la siguiente comida sean mis manos, mis

huesos, y por último mi corazón.

Algo se está comiendo mi cerebro.

Algo me está comiendo.

Hugo Arreola.

Estudiante de la carrera de comunicación.