¿Activismo juvenil o Proselitismo político?

El verdadero papel de las juventudes en el activismo y la necesidad de erradicar el proselitismo político.

Sara Clavel.

9/17/2023

El concepto juventud lleva consigo múltiples dimensiones en él y su heterogeneidad. Por ello, a efecto de dar objetividad en este, a partir de una construcción permanente, situado en un tiempo y en un espacio histórico determinado, el Instituto Nacional Mexicano de la Juventud (INMJUVE) por medio de su revista de estudios sobre juventud anual “JovenES”, afirma que para comprender a la juventud o las juventudes se requiere continuamente de nuevos y frescos paradigmas que posibiliten las re-conceptualizaciones y las re-interpretaciones situadas de manera dinámica (Cordena y García, 2012).

Con ello podemos hacer una valorización, que la comprensión de las juventudes se debe realizar a partir de sus vínculos sociales con “lxs otrxs”, en particular analizando desde el mundo de lxs adultxs, implicando una reflexión con respecto a las instituciones, así como la construcción del discurso que se ha emprendido desde los medios de comunicación y la sociedad y la cultura.

Es así como al hacer un recorrido histórico centrado en el estudio de los movimientos estudiantiles, se puede abonar a las múltiples concepciones del concepto y su heterogeneidad, con ello podemos hablar de un contexto multidisciplinar entre especialistas en historia, sociología, antropología, y psicología, contemplando a las juventudes como una construcción cultural, provista de distintos conceptos.

Ante ello podemos entonces vincular que el concepto de juventudes en nuestra actualidad cobra un significado distinto a partir del mundo de lxs adultxs; si bien es cierto, la exigencia política del año en curso nos obliga a replantear el papel no solo de la participación política de la ciudadanía; entiéndase política desde la perspectiva de Hannah Arendt como “... una necesidad ineludible para la vida humana, tanto individual como social. Puesto que el hombre no es autárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado de ésta debe concernir a todos, sin lo cual la convivencia sería imposible....”, acuñando este término desde la concepción de comunidad que obliga a crear lazos en la construcción de sociedades justas y participativas.

Pero todo esto solo aplica en un plano ideal de lo que debería representar la política en sí misma; lamentablemente esta se ve contaminada por distintos factores, dentro de ellos podemos encontrar territoriales, temporales, sociales, socioeconómicos, etc., y muchos de estos están presentes en nuestro día a día, pero los ignoramos tal cual. Esta nota realiza un enfoque particular ante la falsa idea de que las juventudes oaxaqueñas han emprendido respecto a una visión errónea del quehacer político.

Con mayor frecuencia ha salido a relucir el surgimiento de agrupaciones juveniles, las cuales tienen por “objetivo principal” la búsqueda de espacios e integración de más juventudes en la vida política, y si bien es cierto que la ausencia de participación de este sector es alta, a nivel estatal, el 22.25% de las personas jóvenes consideran que, en los últimos 5 años, al menos en una ocasión se les ha negado el ejercicio de algún derecho, según la ENADIS 2017.

Es asi como podemos agregar, que las desigualdades que enfrentan las personas jóvenes resultan en su gran mayoría de procesos históricos y sistémicos de exclusión social, cuya solución no depende de la intervención de un único actor social, sino del trabajo coordinado de gobiernos, empresas, sociedades y de las mismas personas adolescentes y jóvenes.

Es aquí donde comenzamos a plantear nuestra interrogante respecto a la reivindicación del verdadero papel del activismo; en tanto Jvoschev (2008), considera que “el activismo social es una estrategia importante para lograr la participación en los cambios sociales y el desarrollo. Puede ser determinante en la elaboración de políticas, toma de decisiones, pero también puede promover un cambio social al aportar elementos para la transformación individual”, situándonos en lo que entraña este concepto se retoma y hace énfasis en un desarrollo social, el activismo trae consigo un enfoque de colectividad, jamás enfoca por sí mismo una individualidad, por ello es importante replantear algunos ejemplos de la cotidianeidad llamados falsamente activismo juvenil, cuyas agrupaciones o trayectoria personal trae consigo un beneficio personal cuyos resultados de las determinadas actividades empleadas solo traerán consigo beneficios personales o a los suyos.

Por citar algunos ejemplos de activismo juvenil tenemos, YoSoy132 en 2012, movimiento del 68, RexisteMX; al hacer un ligero recorrido histórico podemos afirmar que estas representaciones se entienden como las estructuras de comprensión a través de la cual lxs sujetos miran al mundo, son portadoras de significados que se materializan a través del uso del lenguaje, sea escrito, visual, auditivo o corporal, portan por si mismas una identidad social, representando un sentir colectivo sin rostros individuales, sino la suma del sentir de una colectividad con voluntad de propiciar un cambio, difundiendo contenidos e información respecto a su conformación, sus exigencias y soluciones a los problemas sociales.

Así pues las actividades que traen consigo la promoción de protagonismo político disfrazados de activismo juvenil, generan el entorpecimiento de la verdadera búsqueda del desarrollo de las juventudes, ya que en su mayoría propician la simulación de la mitigación de problemáticas sociales, ostentando grandes logros que solo quedan perpetuados como letra muerta, convirtiéndose en políticas públicas casi imposibles de socializar.

Ser agente de cambio va mucho más allá del protagonismo, tiene grandes responsabilidades y enormes cargas sociales, incluso me atrevo a afirmar que son pocxs aquellxs que se han atrevido a emprender el paso del activismo juvenil, exponiendo así un sistema fallido que perpetúa la brecha de la desigualdad, pues el verdadero activista entiende que una política pública que no aborda temas de presupuesto es mera simulación, y que las instituciones no son aliadas, sino articuladoras; porque mientras al activista le indignan millones de cosas, la/el político solo posa en las selfies.

Sara Clavel.

Coordinadora académica de Fundación 100XOAXACA.